miércoles, 23 de septiembre de 2009

Marcelino fue por vino, rompió el jarro en el camino. Pobre jarro, pobre vino. ¡Pobre chico Marcelino! Un pan, otro pan; pan y medio y medio pan; un pan menos un pedazo y un pedazo de otro pan. ¿Cuántos panes te quedan? Boca-rana, donde va nunca gana.
Atrapabamos mariposas en el jardín. Haciamos la claringilla del diario Clarín que te acompañaba a comprar todos los días (en realidad la hacias toda vos, pero yo trataba de ayudar). La abuela nos retaba porque estabamos con el diario arriba de la mesa antes de comer, y ella tenia que poner los platos. Vos siempre comias tu manzana roja y me dabas un pedacito a mi. Todas las mañanas cuando te acompañaba a comprar el diario me comprabas un Kinder, pero después los precios a las nubes (jajaja, todo aumenta). Más adelante cuando ibamos a caminar. Nunca me voy a olvidar ese día que nos fuimos desde el coto de lanús hasta tu casa y salimos caminando para cualquier lado. Todas las jugadas al chinchon que tenemos. Siempre iba por menos diez, y las veces que me clave con mi super jugada porque vos me ganabas. Me enseñaste a jugar a la escoba de 15, pero la abuela no sabe, entonces juagabamos al chinchon. Y yo me colgaba mirando la tele y vos me avisabas cuando me tocaba, y me mezclabas las cartas porque a mi no me gusta. Y a lo último, me llamabas en sueños, y yo iba a verte. Y vos me reconocías. Y bueno, llego la hora. Partiste, algún día ibas a tener que hacerlo. Es el ciclo de la vida.
Naces. Creces. Moris.
Te quise, te quiero y te voy a querer siempre abuelo

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